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Ficha Ninja
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Ficha Ninja
Nombre:
Mariane Rousse
Apodo:
---
Edad:
23
Aldea:
Roca
Clan:
Uchiha
Naturaleza de chakra:
Fuego-Tierra-Rayo
Descripcion Fisica:
Posee la belleza natural. Tiene una apariencia madura a pesar de que solo tiene 20 años de edad, su apariencia es de una mujer mas grande y experimentada. Posee un cabello largo que pasa de la cintura de color blanco plateado a lo que ella atribuye su apariencia "avejentada", sus ojos son como una sombra inusual hermosa de color rosa que se asemejaba a la flor del cerezo que se da en primavera. Su piel no es solo blanca es my palida ya que no le gusta a ultimas fechas el sol, así que eso le da una apariencia de sin vida. Su altura es mas grande que la comun para una chica 1.73 cm lo que hace que en general su cuerpo se vea delgado y delicado, su peso es mas a abajo del promedio 56 kg algo que atribuye a que se mire debil pero es todo lo contrario, aun asi en su cara se ven claramente razgos femeninos de una mujer tranquila.
Descripcion Psicologica:
es de ese tipo de personas que percibe que las cosas suceden por una razón y que estas siempre es para mejor, solo hay que saber tomar las cosas de la mejor forma para salir adelante. Tiene una filosofía muy básica en la que radica todo su pensamiento, ayudar a los demás es siempre una satisfacción personal sin nada a cambio a menos que lo hagas por juntar caridad. No es nada hipocrita y tampoco le importa pasar mucho por encima de los demás. A pesar de que todo lo toma tranquila le gusta andar en batallas importantes y aun cuando puedan patearle el tracerlo prefiere eso a no hacer nada como los demás.
Arma/s:
----
Jutsus:
------
Mariane Rousse
Apodo:
---
Edad:
23
Aldea:
Roca
Clan:
Uchiha
Naturaleza de chakra:
Fuego-Tierra-Rayo
Descripcion Fisica:
Posee la belleza natural. Tiene una apariencia madura a pesar de que solo tiene 20 años de edad, su apariencia es de una mujer mas grande y experimentada. Posee un cabello largo que pasa de la cintura de color blanco plateado a lo que ella atribuye su apariencia "avejentada", sus ojos son como una sombra inusual hermosa de color rosa que se asemejaba a la flor del cerezo que se da en primavera. Su piel no es solo blanca es my palida ya que no le gusta a ultimas fechas el sol, así que eso le da una apariencia de sin vida. Su altura es mas grande que la comun para una chica 1.73 cm lo que hace que en general su cuerpo se vea delgado y delicado, su peso es mas a abajo del promedio 56 kg algo que atribuye a que se mire debil pero es todo lo contrario, aun asi en su cara se ven claramente razgos femeninos de una mujer tranquila.
Descripcion Psicologica:
es de ese tipo de personas que percibe que las cosas suceden por una razón y que estas siempre es para mejor, solo hay que saber tomar las cosas de la mejor forma para salir adelante. Tiene una filosofía muy básica en la que radica todo su pensamiento, ayudar a los demás es siempre una satisfacción personal sin nada a cambio a menos que lo hagas por juntar caridad. No es nada hipocrita y tampoco le importa pasar mucho por encima de los demás. A pesar de que todo lo toma tranquila le gusta andar en batallas importantes y aun cuando puedan patearle el tracerlo prefiere eso a no hacer nada como los demás.
- Gustos: disfruta de la tranquilidad de la soledad, por lo que en su mayoría siempre anda sola o con su pequeña hada llamada Koe. Disfruta de una lectura sobre temas filosóficos o creacionistas, científicos o históricos. De la Rousse adora la música instrumental y el Jazz. Gusta de hacer de comer, aunque solo sea para ella misma. Le agradan los animales, los paseos por la naturaleza y una buena taza de té negro. De la adora la oscuridad de la noche.
- Desagrados: odia el desorden, el desastre y la suciedad. No le agradan los ruidos fuertes, el poco respeto ante la naturaleza y los seres vivos. No le agradan las personas mentirosas y tampoco las que ocultan cosas o se ocultan a si mismo usando mascaras ante los demás por el temor de que puedan pensar de ellos.
- Historia:
El principio de una historia.
Existió un tiempo donde el clan Hyuuga se concentraba en una sola parte del mundo, respetando llas costumbres y tradiciones de mantener la sangre hyuuga "limpia". La rama secundaría servía a la rama primaria sin objeción alguna. Sé eran fieles unos a los otros, respetando el orden que ya parecía natural de las cosas, impuestas ya como una costumbre de siglos anteriores.
Los romances entre algunas familias de la rama principal y la rama secundaría estaban estrictamente prohibidos, así como con personas externas o no pertenecientes al clan, tan solo para proteger la sangre pura de los miembros. Poco a poco con el pasar de los años las costumbres se fueron perdiendo o desacatando por ciertas familias tanto de la rama principal como de la secundaría.
Pero como en todo lugar, aun había familias fieles a estas creencias o costumbres, que permanecían en el lugar de origen. La familia encargada de llevar y conservar al clan junto, de donde salían los líderes del mismo, siendo siempre el hijo primogénito o en el peor de los casos el más capaz el que subía en dicho puesto aun se aferraba en mantener aquellas costumbres en las que estaba cimentada su educación y sus principios.
Una nueva generación ha nacido.
Los hijos primogénitos de los nuevos matrimonios conservacionistas del clan, comenzaban a nacer con meses de diferencia, y dando como ultimo el nacimiento a la hija del líder del clan. Una bella niña de cabellos color negro, lacio y de un brillo característico. De piel blanca y los ojos que marcaban su destino, los ojos del clan. Por ahora todo caía sobre los pequeños hombros de la pequeña niña, que al principio de su vida parecía débil. Su madre le dio el nombre de Matsuri, Matsuri Hyuuga, la próxima líder del clan y era así como iba a ser vista, quisiera o no.
No era diferente en la rama secundaría, el mismo día del nacimiento de la pequeña Matsuri, nació el pequeño Jin, de cabello negro y lacio como era de esperarse de las ultimas familias conservacionistas del clan. En total habían nacido entre ambas ramas 6 bebes con el deber de conservar las tradiciones que poco a poco se perdían.
A la edad de 4 años, los niños de la rama principal, Matsuri, Kudei y Karim, sabían ya de sus responsabilidades y de lo que les esperaba el destino como miembros de la rama principal. Por otra parte a los niños Jin, Kai y Yusei también se les había ya impuesto el pensamiento de protección hacia las familias de las ramas principales. Todo marchaba tal y como debía ser hasta ahora.
Con el pasar de los años y los entrenamientos a cada uno de los pequeños miembros del clan daban frutos y con la edad de 14 las impresionantes habilidades de Jin eran algo admirable, como él, muy pocos, simplemente había una sola palabra que lo describía “Genio”, pero para su desgracia el nacer el la segunda rama del clan, solo lo limitaba en todo y lo destinaba a ser el guardián en alguno de los 5 Templos de los dioses. Matsuri era una ninja emprendedora que poco a poco se volvía soñadora y comenzaba dejar de lado las responsabilidades de ser la mas fuerte del clan y una digna representante del mismo, pues no solo era por respeto si no por honor y no solo su honor como miembro, si no el honor de todo el clan.
Por doquier se daban noticias de nuevas concentraciones de miembro del clan en las cuales la linea de sangre se perdía pues las nuevas cruzas hacían que los hyuuga solo fueran unos más en el mundo. Miembros que eran hijos de solo un padre del clan. Miembros con padres de diferente Clan. Esto alarmaba a las familias conservacionistas del clan que aun habitaban en el lugar original. Esta situación le preocupaba cada vez mas al actual líder del clan, por lo que debía dejar bien en claro que su hija Matsuri era un claro ejemplo a seguir. Pero el no contaba con algo, con una pequeña cosa que no es algo que se controle, solo es algo que sucede cuando menos se espera, con quien menos se imagina, solo sucede, como el rio que revive en temporada de lluvia, solo pasa sin poder predecirse y sin poder evitarlo…
Con la reciente falta de atención de la joven Matsuri hacia sus obligaciones, no había cosa que le preocupara mas a su padre y para su condena no había podido procrear mas hijos por un accidente que había tenido. Sufría el estrés de que la muchacha solo pensará en casarse y tener su familia en tranquilidad como había pasado con su hermana mayor.
-… Leuyin era la hermana mayor del líder, la mas grande vampiro nacido en ambas ramas, era esplendida, nada era imposible para ella, no había adversario que le hiciera frente, ella tenia honor, tenia respeto, tenia todo para ser una gran líder. Pero su desgracia, según la familia, fue enamorarse. Cambio todo por lo que cualquiera mataría, por sus habilidades de miembro, por así decirlo, todo lo cambio, por una pequeña familia. …-
Pero él no tenía una salida como su padre, él solo tenía a Matsuri, ella era todo. Todo era ella. Pasaba noches sin dormir pensando en como convencer a la muchacha que ella tenía que hacerlo, no había otra salida, no podía preocuparse por cosas tan terrenales. No encontraba otra respuesta que enviarla a uno de los templos del clan. Esa fue su respuesta y también su error. Días después Matsuri marchaba hacia el templo del bosque llamado Templo Shirahi.
El Templo Shirahi
Cuatro largos días de viaje había llevado a Matsuri a su destino, el impresionante templo de la luna yacía frente a sus ojos. Los guardias la recibían como debía ser, ella ahí no era más que el Sabio Tenshi-sama, pero merecía respeto. Fue escoltada hasta la gran sala del sabio, de ahora en adelante pasaría horas, días, semanas y tal ves años en aquel lugar, hasta que se convirtiera en la líder que se pretendía que fuera.
En aquel lugar lleno de lujos, donde solo había sacerdotisas, monjes, criadas y guardias, Matsuri pasaría los siguientes tres años de su vida. Matsuri seguía al pie de la letra las enseñanzas del Sabio Tenshi-sama. Pero ella era joven, estaba llena de vida y ahí dentro rodeada de gente anciana, como las sacerdotisas y los monjes, no tenía más remedio que hablar con las criadas y los guardias. Pronto se hizo amiga de todas esas personas, aunque había uno, un guardia en particular que se rehusaba a hablar con Matsuri.
Matsuri siempre lo buscaba, por curiosidad, ella quería saber porque no le hablaba, porque cada vez que ella se acercaba a él, él solo respondía con un “No podemos ser amigos”. No entendía su respuesta, pero era la única que obtenía de su parte, día tras día, semana tras semana era siempre la misma, hasta que un día lo encaro. La sorpresa recorrió a Matsuri como un escalofrió, pues era una cara conocida, era una cara de aquel lugar donde ella había vivido desde que nació en aquella primavera. Sus ojos se clavaron a los ojos del guardia. Sin duda alguna era Jin, a quien todos alagaban, quien se había ganado el respeto de todos los miembros de clan, de todos. Hubo preguntas por parte de Matsuri y bruscas respuestas por parte de Jin en un intento desesperado por alejar a Matsuri de él, resultaban inútiles, Matsuri solo insistía en aquella amistad. Poco a poco Jin fue cediendo, la chica lo había cautivado. Sus encuentros se había vuelto necesarios para ambos, pequeñas cartas eran enviadas en horas de deberes con la ansiedad de volverse a ver. Los días pasaban y aquellos jóvenes se enamoraban cada segundo más y más. Eran distraídos con los pensamientos de uno por el otro.
El primer beso había sido corto, tímido, intenso, dulce y lleno de aquel sentimiento que ambos guardaban en su corazón, entre las sombras de la noche. Los deseos de uno por el otro fluían en su piel, palpitaban en su ser, en sus adentros, se reflejaban en sus ojos, como una tormenta en el mar. Sed, Sed era lo que tenia uno por el otro, sed de estar juntos, de unirse, de vivir, de amarse, de quererse. Ante eso, las costumbres no eran nada, era solo como una piedra que se pisa y se deshace. Noche tras noche, día tras día, solo se anhelaban uno al otro, la pasión crecía en su interior, la ilusión de un amor se había cultivado y ahora germinaba con fuerza en los interiores de ambos que solo vivían uno para el otro. No tenerse era estar muertos en vida, aquello crecía sin detenerse, solo crecía y crecía.
Misturi y Jin había ocultado su amor por ya 2 años, pero habían llegado a un límite, querían estar todo el tiempo juntos, mirarse uno al otro todo el día, ya no podía ocultarlo. Algunas sacerdotisas ya se habían percatado de aquello que pasaba entre ambos jóvenes. Los intentos por separarlos a la larga solo trajeron la tragedia, ambos jóvenes escaparían. Dejaban atrás lo que eran, todo lo que tenían era uno al otro y por eso merecía todo el esfuerzo y sacrificio del mundo. El primer intento fue inútil, pero con una mejor planeación y un poco mas de tiempo, ambos jóvenes desaparecieron solamente entre la oscuridad del tiempo y de la noche.
Creando una nueva vida.
Habían pasado ya unos meses desde los jóvenes vivían juntos en una pequeña aldea subsidiaria del sonido, Matsuri había cambiado su apariencia para despistar y Jin había hecho un cambio a su imagen, pues el clan los tomaba como traidores y les buscaban con condena de muerte. Ambos sabían que tener una familia era algo peligroso y aun más si eran descubiertos por los miembros de su clan. La orden de búsqueda no daba razones, solo los llamaba “Traidores”.
Día a día buscaban la forma de subsistir en aquel nuevo mundo donde se encontraban, con frecuencia se daban robos y secuestros, decían que para experimentos, pero nada era seguro. Jin se esforzaba por darle una buena vida a Matsuri, los días pasaban y el peligro lo sentían menor. Ya parecía haberse todo olvidado, había pasado justamente 1 año desde que habían escapado del templo y habían dejado todo atrás, para dar paso a una nueva historia.
Tenían 18 años y pronto recibirían el regalo más grande que cualquier feliz pareja pudiera recibir, el regalo de un hijo. Jin trabajaba de sol a sol, tenía en mente de que nada hiciera falta para la llegada del bebé. Los meses pasaron, lentos pero seguros hasta convertirse en solo días para que el parto de Matsuri diera lugar en aquella empobrecida aldea.
Tic-Tac, sonaba en la cabeza de Jin, mordía su pulgar en señal de ansiedad, dentro de la habitación solo se escuchaban los gritos de Matsuri, uno tras otro, las indicaciones de la partera, y el gotear de la llave del agua. Los segundos se convertían en minutos y los minutos en horas, el calor parecía estar aumentando. Silencio se escucho, silencio por unos segundos, silencio por unos minutos. Jin desesperaba, silencio, Matsuri caía rendida ante el cansancio, silencio, sonaba el Tic-Tac del reloj, silencio, se escuchaba el gotear del agua, silencio, se escucho el llanto de un bebé. Primero débil y luego con fuerza.
Todo aquello había quedado a tras, era ya se costumbre el llanto de la niña recién nacida de los jóvenes que parecía su vida no podía ser mas perfecta, se tenían uno al otro y ahora tenían a la pequeña niña. Aun sin nombre solían llamarla Kane, y así pasaban los días uno tras otro en aquella pequeña aldea.
Una noche triste
Aquel día Jin llegó temprano de trabajar en el campo, cansado fue atendido por Matsuri que esperaba ansiosa su regreso. Era una noche tranquila, la cena había sido servida y comida por ambos. Los platos yacían vacios encima de la mesa que se tambaleaba y que anunciaba de un día a otro caería por el peso de la gravedad y del tiempo. Una jarra medio llena de agua simple se mantenía en el centro de la vieja mesa, dos tazas bastante maltratadas contenían un poco de agua en su interior, se escuchaban pequeños ruidos de la pequeña “cuna” donde descansaba la pequeña niña. Preocupados se preguntaban porque su hija no tenia los ojos característicos del clan. Sus ojos eran rosas como la flor de cerezo, brillantes como un par de joyas al igual sus cabellos blacos platinados. Había cierta tensión en la habitación, por la respuesta que no llegaba ante aquel hecho totalmente raro.
A fuera de aquella casa había sombras que se movían entre los arboles, entre las demás casas, con el viento escondían sus pasos, que eran sordos y mudos. Una rama se rompió, Jin se estremeció levantándose de un solo golpe de la silla, Matsuri se arrojo al suelo tan solo para darse cuenta del kunai que entraba por la ventana y se clavaba en la pared de en frente. Su mas grande temor se hacia presente, los corazones estremecidos palpitaban a un ritmo acelerado.
La respiración agitada estaba y a cada momento más y más, el miedo paralizaba un poco a Matsuri, el temor de que mataran a su niña o que simplemente la abandonaran a su suerte como a un perro que se saca de casa.
….
La noche fue larga, describir cuantos miembros del clan entraron en aquella casa era imposible, solo habían sido muchos. Jin yacía en el suelo, su cuerpo bocabajo mostraba que ya solo era un cuerpo vacio. Matsuri aun respiraba con dificultad pero respiraba, pedía piedad por su hija, lloraba e imploraba el perdón para su hija, su mano estirada hacia uno de los miembros cayó al suelo sin vida, los días de Matsuri y Jin había terminado, su felicidad se había vuelto polvo, llanto, sangre y muerte. De aquello ya no quedaba nada mas que la pequeña niña sin nombre.
Dando el perdón a una vida.
Los charcos de sangre en el suelo hacían un rudo con las pisadas de aquel viejo hombre, de test blanca y de cabellos color plata en señal de su edad. Caminaba lentamente con lágrimas en los ojos hacia la “cunita” de la pequeña niña que tenia la inscripción de Kane. El llanto de la pequeña inundaba toda la casa, era un llanto de sufrimiento. El viejo líder se preguntaba si ella sabia lo que acaba de pasar.
La muerte de Matsuri, su hija, de Jin. El viejo pensó que la niña presentía su muerte, alzo entre sus brazos a la pequeña criatura y muchos recuerdos de su ya difunta hija vinieron a su mente, trayendo consigo más lágrimas, cerró los ojos ladeando la cabeza hacia abajo, dejando ver en su cara su dolor. Los movimientos de la niña la destaparon dejándose ver totalmente ante el viejo. Una niña de piel blanca, labios rojos, cabellos blancos y lacios, y ojos de color cafe lloraba ante él.
Sus ojos fueron lo que mas lo sorprendieron, eran de color cafe, no mostraba rasgos de ser un miembro del Clan Hyuuga. Aquel defecto que preocupo a sus padres acababa de salvarle la vida a la pequeña Hyuuga. No había razón para matarla, no mostrando rasgos del clan, podía ser puesta en algún orfanato para ocultar su vergüenza y el deshonor en el que había nacido la pequeña niña. Pero aun así sabrían de quien era hija, así que acomodando a la niña entre sus brazos camino levantando la vista para no mirar los cuerpos de los jóvenes y de otros que había sido asignados a aquella misión, paso lentamente y se abrió camino hasta la salida y simplemente todos desaparecieron de aquella casa.
Un nuevo despertar.
Tal vez aquel primer pensamiento hubiera obligado a la mas privilegiada del clan a ser una cualquiera o ser una obrera más en servicio de cualquier otro sujeto que se la diera de lider, pero eso no era lo que la vida tenía para la niña. Habían pasado ya 6 años y los poderes de la hyuuga eran bastante buenos, los controlaba casi a la perfección, no había duda que el nuevo despertar les habia dado algo aun mas grande que Jin o Matsuri juntos, les había dado algo que no se tentaba la vida hacía los demás a menos que tuviera un objetivo para ellas.
A la edad de 7 años lo tenía todo así que fue enviada a la academia ninja de la hoja donde estaba su nuevo hogar para que esta estuviera bien entrenada y así fue, a pesar de que su abuelo solo la queria para ser lider del clan Hyuuga. Su camino fue rapido y prontamente paso de nivel a nivel hasta convertirse en la Hokage de la aldea, puesto que no sustento por mucho tiempo, pero tuvo el placer de al menos haber conocido una de las leyendas de la epoca, aun así por alguna razon que hasta ella desconoce desaparecio un tiempo para luego volver a la hoja a seguir con sus camino, asi perdiendo todo contacto con su abuelo.
Arma/s:
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Mariane Rousse- Superior
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Re: Ficha Ninja
Aceptada
Minato- Hokage
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