Capítulo 3 - El Santuario Nakano

por **Madara** Sáb 16 Jun 2012 - 5:34

En la oscuridad de la noche, bajo la tenue luz de la luna llena y las estrellas, Madara caminaba por el pueblo de Konoha lentamente, con la mirada fija al frente, en busca del lugar al que todo Uchiha debería ir por lo menos una vez en su vida: el Santuario Nakano. Este lugar, era un templo de culto que utilizaban los Uchiha en el pasado para rezar a sus dioses: Tsukiyomi, Amaterasu, Susanoo, Kotoamatsukami, Izanagi, Izanami... son algunos ejemplos de estos dioses. Sin embargo, posteriormente, empezó a utilizarse como una sala secreta, en la cual, se guardaban todos los secretos más oscuros y siniestros del clan. Poderes, habilidades, técnicas, verdades... son las escrituras que estaban ocultas "en la sala principal debajo de la séptima alfombra en la derecha". Llegar a ese lugar sería muy fácil, teniendo en cuenta que el pueblo dormía y que... según parecía, no había muchos Uchiha con vida.
Apenas tardó Madara unos minutos en llegar al Santuario Nakano, situado dentro del barrio que una vez se les destinó a los Uchiha, en una zona apartada de las calles principales de Konoha. El odio, el miedo, el temor, el pánico... eran rasgos que los habían convertido en desertores para Konoha y... por tanto, fueron apartados del resto de la población. No importaba... porque ahora Madara tendría su venganza y haría honor al clan Uchiha.

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Entrando en el Santuario Nakano, siguió los pasos que habían seguido el resto de sus antepasados, y... por fin, debajo de la séptima alfombra, llegó a la zona oculta del templo. La leyenda decía que sólo con un dojutsu superior podían leerse todos y cada uno de los secretos del clan, y... por supuesto, Madara tenía ese dojutsu: el legendario Rinnegan, la última evolución del Fumetsu Mangekyou Sharingan. Hace mucho tiempo, Sasuke había estado allí, y se había informado como era debido. Ahora, Madara haría lo mismo que su antiguo amigo, y... cuando hubiese leído todo, por fin, podría encontrar el poder supremo que había estado esperando durante tanto tiempo.

Minutos más tarde, Madara había leído todo el contenido de aquella sala oculta. Su sorpresa era tan grande, que no pudo evitar mostrar una sonrisa en sus labios... una sonrisa llena de poder, obsesión y odio.-Jujuju... así que era esto, ¿eh?-De repente, el Uchiha escuchó un sonido que provenía de las escaleras. No era el único que estaba en aquel lugar y no tardaría en averiguar quién se escondía.-¡Dime quién eres, muéstrate!-Con una mirada de odio, y... frunciendo el ceño, Madara se giró para comprobar quien era el entrometido que había osado pisar suelo sagrado para los Uchiha. Segundos después, pudieron escucharse unos pasos que indicaban que alguien estaba bajando por las escaleras. Acto seguido, apareció un shinobi, vestido como era debido: con el equipo reglamentario de los Jounin, y... además, llevaba sobre sus hombros una túnica de color rojiblanca con sombrero a juego en el cual ponía el kanji del fuego.

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Madara conocía muy bien esa vestimenta, y no tembló un sólo segundo al saber de quien se trataba, es más... se dirigió de forma despectiva al Hokage.-Veo que no eres Yondaime. ¿Qué pasó con él?-El Hokage, se quitó el sombrero, dejando ver un hombre joven, con el pelo y ojos marrones.-Todas las personas tienen educación. Puedes ser un Uchiha, pero incluso vosotros, sabeis las normas fundamentales. Antes de preguntar a alguien, deberías presentarte. Sin embargo, no hace falta, porque sé quién se oculta tras esa mirada de odio y venganza... SInceramente, es una sorpresa encontrarte con vida, Madara Uchiha.-El breve discurso del Hokage hizo reir aun más al Uchiha, aunque seguía frunciendo el ceño.-Parece que es mi día de suerte. Acabo de encontrarme con una de las pocas personas que saben quién soy. Como comprenderás, no puedo dejarte marchar cuando se supone que el legendario Madara Uchiha está muerto. ¿Qué diría la gente si lo supiera? Sería un escándalo, un alboroto. Los ninjas se prepararían para... posiblemente, la mayor guerra mundial de nuestros tiempos.-El Hokage se mostró serio y concentrado, intentaba controlar la situación y evitar el mayor conflicto posible.-¿Cuáles son tus intenciones, Uchiha?-Madara, todavía sonriendo, respondió al Hokage sin dudar de su respuesta, era su momento y después de esas palabras, su plan daría comienzo.-Voy a serte sincero. Ha llegado el momento del clan Uchiha. Mataré a todo ser viviente que se atreva a entrometerse en los asuntos de los Uchiha. Además, impondré mis normas y mis leyes y me haré con el control de todos los humanos. Todos, inferiores a mí, no tendrán otro remedio que obedecer mis órdenes y tratarme como lo que verdaderamente soy yo: un dios.-El Hokage, mordiéndose el labio y frunciendo el ceño, apretó los puños y dio su respuesta, señalando a Madara con el dedo índice de su mano derecha.-Como imaginaba... tus intenciones son malas. Y como comprenderás, yo... Ryunosuke Senju, el Godaime Hokage del País del Fuego, no puedo permitirte hacer realidad tus intenciones.-Madara no puedo evitar reirse a carcajadas ante lo que estaba escuchando.-Jajajajaja... ¿¡Así que, tú, un Senju, que ha pisado suelo sagrado Uchiha y que es inferior al Yondaime Hokage, me intentarás detener!? ¡Es patético! ¿Y qué harás, vas a pelear conmigo? ¿Sabes cuáles son mis habilidades?-Ryunosuke comenzó a correr hacia Madara, alzando su puño derecho con la intención de darle un puñetazo.-¡Si es lo que tengo que hacer para pararte lo haré, y me da igual si es destruido tu templo sagrado con tal de evitar la destrucción del mundo!-Madara miró con rabia a Ryunosuke, y... sin defenderse, dijo unas últimas palabras.-Entonces no me queda otra alternativa. Yo, Madara Uchiha, te declaro la guerra a ti, Ryunosuke Senju, y a todas las personas que se atrevan a entrometerse en mi camino.-El Senju, haciendo caso omiso de lo que decía el Uchiha, llegó hasta él e impactó un puñetazo con todas sus fuerzas en la cara de Madara. Sin embargo, éste, desapareció en una nube de humo, dejando allí sólo al Godaime Hokage.-Maldita sea, era un clon. Madara Uchiha, no te saldrás con la tuya.